Nuestro cuerpo tiene una biotecnología increíblemente eficiente, realiza procesos internos que nosotros ni si quiera sabemos en qué consisten o cómo los lleva a cabo, por ejemplo liberar melatonina para que podamos descansar cada noche o cortisol para que podamos arrancar por las mañanas. Esto es sólo un ejemplo, realiza muchos procesos vitales a diario y nosotros ni los conocemos ni los cuestionamos, ni los gestionamos; simplemente existen y son y los permitimos libremente y por supuesto nunca se nos ha ocurrido juzgarlos.
Sin embargo, con las emociones ocurre totalmente lo contrario. Para empezar las tenemos etiquetadas como buenas o malas, las juzgamos, las reprimimos, no nos las permitimos si no nos parecen adecuadas… y un largo etc. Es decir, en cuanto a todo lo que está relacionado con la liberación de los químicos que fabrica nuestro propio cuerpo que nos provocan emociones simplemente cuestionamos que sea un funcionamiento acertado por parte de nuestro cuerpo.
Siempre hemos oido que el cuerpo es muy sabio y yo añadiría a esa afirmación que “el cuerpo nunca miente”. Y puedo confirmarte que en lo que a las emociones se refiere tampoco mete la pata.
El problema que tenemos es que nos toca desaprender todo lo que nos han ido enseñando o que hemos ido heredando de nuestros antepasados. Todo ese camino ha sido perfecto para tomar conciencia que reprimir, negar o minimizar no son la forma más saludable y, por supuesto, la más efectiva o funcional que tenemos de experimentar las emociones. Primero nos toca desaprender para poder aprender la verdadera forma de sentir y la gran función que tiene cada emoción para nosotros.
Solo tenemos que echar un vistazo a nosotros mismos o a nuestro alrededor, los niveles de ansiedad y estrés que hemos aceptado como intrínsecos a la vida, o el nivel de sufrimiento que tenemos incluido en nuestro día a día. Este es el resultado que hemos obtenido transitando esas formas de experimentar las emociones, incluido lo que conocemos como “gestión emocional”.
Cuando aplicamos los recursos conocidos como gestión emocional, nos auto-engañamos. Lo que realmente estamos intentado es “controlar” nuestras emociones. Y nuestras emociones no han sido creadas por nuestro cuerpo para ser controladas ni para ser reprimidas, ahora ya lo sabemos. Por eso sé que la gestión emocional no existe, simplemente es el paso previo que necesitaba dar nuestro ego para poder darnos cuenta que ese no era el camino. La gestión emocional no existe, simplemente es ir por la vida en contra de la ola y no fluyendo y surfeando la ola, vamos ofreciendo esa resistencia y siempre nos toca tragar agua. El hecho de controlar las emociones es una ilusión que tiene nuestro ego, porque al ego le encanta eso de controlar y le fastidia mucho reconocer que hay algo que no puede tener bajo control.
Las emociones realmente son energía con información, cuando las reprimimos o no las permitimos libremente o las juzgamos como buenas o malas, lo que realmente estamos haciendo es ofrecer resistencia ante un proceso natural de nuestro cuerpo y con ello vetamos el acceso a la información y a la actualización de nuestras conexiones neuronales. Esa actualización es lo que nos permite estar en un estado de calma y plenitud. Cuando ofrecemos resistencia ante cualquier emoción se produce un bloqueo de esa energía y bloqueamos que la información pueda llegar a nuestra mente consciente.
“A lo que nos resistimos, persiste”. Esto quiere decir, que esa emoción ha aparecido porque tenemos una conexión neuronal pendiente de actualizar y lista para esa proceso, esa emoción quiere traer desde nuestra mente inconsciente la información para realizar esa actualización, al reprimirla no permitimos el proceso y para conseguir su objetivo el cuerpo va subiendo la intensidad de esa emoción, a ver si de esta forma nos damos cuenta y somos capaces de permitir que la biotecnología haga su función, igual que hacemos con el resto de procesos vitales.
Cuando no permitimos esa actualización seguimos aplicando de forma automática todas las programaciones que tenemos en nuestra base de datos, incluso cuando el resultado que obtenemos no nos gusta y no es satisfactorio, si no rompemos el bucle automático seguimos dentro de él sufriendo y anestesiando cómo podemos nuestras emociones. Y de esta forma la ansiedad termina por generarnos mucha incomodidad en el día a día o muchas contracciones y diferentes síntomas, todos ellos con el mismo objetivo, que permitamos que los químicos que crea nuestro cuerpo para las emociones cumplan la función para la que fueron creadas. Con el objetivo de que veamos o al menos abramos nuestra mente a la posibilidad de que existe otra opción y busquemos otra forma de experimentar las emociones. Nuestro cuerpo nos habla y muchas veces lo hace a gritos solo necesitamos aprender a descodificar esa información y poder dejar atrás el paradigma de supervivencia del que somos nativos y fluir desde el nuevo paradigma cuántico, o lo que es lo mismo que el miedo deje paso al amor y por primera vez asumamos el liderazgo de nuestra vida al 100%.